miércoles, 5 de diciembre de 2007

Aspectos de la Descripción


L
a descripción es una de las estrategias discursivas de presentación de personajes*, objetos, animales, lugares, épocas, conceptos, procesos, hechos, situaciones, etc. Es una estructura discursiva*.
La descripción puede utilizarse aisladamente, con exclusividad, pero en general suele alternar con la narración e insertarse dentro del diálogo y el monólogo.
La descripción puede ofrecer la idiosincrasia y el físico de una persona (retrato), sobre todo si se basa en su apariencia y se infiere de sus acciones; puede ser sólo de su aspecto exterior (prosopografía), de costumbres o pasiones humanas (etopeya), de las características correspondientes a tipos dados individualizados (etopea), del modo de ser propio de un tipo de protagonista (carácter), de las semejanzas y diferencias entre personajes* (paralelo), de lugares reales (topografía) o lugares imaginarios (topofesía), de una época (cronografía), de un concepto (definición*).
También pueden describirse hechos, batallas, fiestas, procesos, fenómenos naturales, epidemias, paisajes, animales y objetos; descripciones, éstas, que no reciben nombre especial.
Si la pintura contiene un cúmulo de pormenores precisos, intensamente claros y verosímiles, de modo que resulta viva y enérgica, y permite al receptor* compenetrarse con la situación del testigo presencial, se denomina evidencia, y posee “recursos actualizadores y cuasipresenciales”.
En la evidencia se utilizan como estrategias el estilo directo*, la “interpelación de los personajes”, la abundancia de adverbios de lugar y de tiempo y el uso translaticio del presente.
La descripción científica tiene a la exactitud objetiva y procura el apego a la realidad y a la verdad; la literaria suele tender hacia la interpretación subjetiva, aunque verosímil, y depende de cómo capta la realidad el poeta.
En las narraciones o relatos narrados, la descripción, que no implica el factor tiempo se opone a la narración pero alterna con ella. La narración toma a su cargo la presentación de las acciones de los personajes (acciones que constituyen la historia* contada), mediante un narrador* que utiliza los llamados “verbos de acción” en los “modos de lo real”, que son aquellos que se perciben como designando acciones que verdaderamente tienen o han tenido lugar. La descripción, en cambio, ofrece los rasgos característicos del espacio, la situación, los personajes, la época, etc., y también los ofrece mediante el narrador que, para describir, utiliza verbos que expresan acciones puramente discursivas (cualidades, modos de ser habituales, eventos futuros o posibles o acciones subordinadas que no se cumplen en el aquí y ahora de un relato dado).
Generalmente, durante la descripción se suspende la narración, sin embargo también pueden combinarse.
Hay descripciones vivas, animadas, realistas, impresionantes, verosímiles, que “hacen ver” o imaginar visualmente lo descrito
En El resplandor, de Mauricio Magdaleno se pueden apreciar las siguientes descripciones:
Combinada con narración de acciones:
Salió bufando de la humillación y con las tripas mugiéndole de hambre. En un parque, por el lado de los mesones, se repartía a las turbas el yantar. Llegaban los camiones repletos de barbacoa, de barriles de pulque y de refino, y eran asaltados como un botín, menudeando los empellones y toda suerte de violencias para obtener un buen recaudo. (En la cual no sólo se informa acerca de cada acción sino también del modo como se realiza).
De un lugar a cierta hora:
A las diez de la mañana el páramo se ha calcinado como un tronco reseco y arde la tierra en una erosión de pedernales, salitre y cal. ¡La tierra estéril, jirón de cielos sin una mancha, confines sin colina, ámbito en que la luz se quiebra y finge fogatas en la linde enjuta de la distancia!
De un personaje:
El cura de San Andrés de la cal es un hombre que cumple ventajosamente la cincuentena, anguloso de hombros y parco de carnes. La cara, cosida a arrugas, es adusta y rígida y los ojos brillan intensamente a mitad de senda cuencas lívidas. Máculas cafés requintan pantalón y chaqueta, en otro tiempo negros y ahora grises, luidos y relumbrosos.
De un modo de ser habitual, colectivo:
Se extenuaban luchando contra el vacío. El grupo de chamacos que conseguía meter un día a la escuela no volvía al día siguiente, y en su lugar se presentaba otra media docena de desconocidos con los que había que empezar de nuevo. Buscaba por las noches, a la hora en que los vecinos se reunían a charlar en la calle, a los viejos, cuya influencia trataba inútilmente de ganarse, y tras el saludo reverente lo dejaban con la palabra en la boca y se hundían en los tugurios.
Recientemente se ha considerado la descripción como un “conjunto léxico metonímicamente homogéneo”, cuya extensión está vinculada al vocabulario de que dispone el autor y no al grado de complejidad que ofrece la realidad.

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